Calentamiento de silla: un deporte nacional muy poco sano
- rbkcanal
- 6 mar 2017
- 3 Min. de lectura

En una de las empresas en las que trabajé, todas las tardes a las 17:30 en punto, sonaba un timbre. Recuerdo que mi primer día allí, aquel sonido me llamó mucho la atención.
“¡Vaya!” pensé, “¡como en el cole!”
También recuerdo que levanté la cabeza sobre la pantalla del ordenador, miré a mi alrededor y vi como ninguna de las 80 personas que estábamos allí dentro se movía un ápice de su silla.
Por aquel entonces yo era muy coitadiña [ingenua en gallego] y pensé que estarían todas y todos muy concentrados en sus tareas y que por eso nadie se levantaba para marcharse a su casa.
Pero pasaron quince minutos
Después media hora
Cuarenta y cinco
A los cincuenta minutos un chico de rizos se levantó casi sin hacer ruido y abandonó la planta por el pasillo central. Cuando pasó a mi lado me fijé que llevaba un paso apresurado e iba con la cabeza gacha, mirando hacia el suelo.
Yo no entendía nada. Pensaba, de verdad, que ese timbre era un recordatorio para decirle a los empleados que ya se había terminado la jornada y que pa’ casa, que hasta mañana. Así que al día siguiente, en los 15 minutos del café reglamentario, pregunté a mis compañeros que qué pasaba, que por qué nadie salía a su hora.
Y esto fue lo que me contestaron:
"Uy, pobre de ti que te vayas a tu hora.
Si lo haces más de dos días seguidos, te llama la de RRHH y te echa una bronca fina. Ya, es una mierda, pero es así, qué le quieres"
¡¿Que qué le quiero?!
Pero vamos a ver, empleadas y empleados: ¿a caso no firmasteis un papelito mágico llamado contrato en el que ofrecíais X horas a cambio de Y salario? Si aumentan tus horas “productivas” [entre comillas porque el calentamiento de silla es la antiproductividad por excelencia (y no lo digo yo, lo dice Finlandia)] y no aumenta tu salario, es que, o a mí se me dan mal las matemáticas o tú te quieres muy poco.
Por favor, por tu bien y por el bien de la humanidad, márchate a tu casa a tu hora. Y si te despiden por eso, que te despidan. Ese trabajo no era para ti. Ya encontrarás otro mejor. Estoy segura.
¿Cómo podemos seguir permitiendo y siendo partícipes de estas prácticas tan viciadas y poco éticas? ¡Y es que aún encima parece que hasta nos enorgullece!
“Ay, pues fíjate, ayer me quedé hasta las 2 de la mañana terminando un informe”.
En grandes consultoras y en importantes multinacionales, las luces de las oficinas se quedan encendidas hasta las 2 y 3 de la mañana y los cajones rebosan cajas de ansiolíticos. Es el mundo del revés. Y estoy hablando de nuestro país, sí, sí.
¿Es que de verdad nadie se da cuenta del maltrato psicológico que ejercen algunas empresas sobre sus empleados?
Se persigue el machismo y la violencia de género porque llega a puntos extremos, pero que las empresas chantajeen a sus trabajadores todavía lo vemos como algo normal. Algo que siempre se ha hecho así y que si intentas cambiarlo solo conseguirás un despido estrepitoso. Estamos en el año 2017 y todavía existen muchas empresas que operan desde el miedo. Empresas que todavía se sienten las reinas de la cadena de producción, con sus látigos y sus chantajes emocionales, con sus departamentos de recursos humanos escoltados por dobermans rabiosos en la puerta.
Sin embargo, en este lento pero férreo salto evolutivo, cada día más y más personas nos estamos dando cuenta de que estas prácticas tan socialmente aceptadas no pueden seguir así. Que venderle nuestro talento y nuestro tiempo al diablo tan solo nos trae un salario a fin de mes. Un salario que sabe a poco. Que no sabe a nada. Cada día más personas buscan otro tipo de empresas mucho más sanas y éticas. Y cada día aparecen nuevas empresas más sanas y éticas también.
¿En serio te apetece seguir siendo partícipe de este juego absurdo?
¿Y si cuándo suene el timbre [si es que todavía trabajas en una empresa que te paga por tiempo y no por objetivos] apagas tu ordenador, bajas la persiana y te vas a tu casa?
¿Te atreves?
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